
Este formato es el punto de partida de los flujos de trabajo no destructivos para imágenes digitales y es una herramienta vital para todos los fotógrafos profesionales o que consideren serlo. La cantidad de información que posee; su aparente espacio de color indefinido; la forma como trata el balance de blancos y su pureza al estar “exento” de procesamiento por parte de la cámara; permite al fotógrafo tener en sus manos el equivalente a un negativo digital. De esta manera es él quien procesa la imagen a su criterio, de forma precisa, creativa y múltiple, sin alterar el archivo original.
La interpretación de un archivo RAW depende de las intenciones y conocimientos que el autor posea. Esto es posible gracias a una serie de algoritmos que facilitan estas tareas y que provienen de programas especializados basados todos ellos en lo que se hacía en el cuarto oscuro. Esta manipulación se realiza generando metadatos con las especificaciones de las modificaciones que se efectúan, pudiendo controlar así la luminosidad, el tono, la saturación y el contraste, de manera global o segmentada; basándose en elhistograma. Añadir o eliminar tonos, tratar de controlar el ruido, mejorar la nitidez y más actualmente, implementar ciertos efectos que se generaban también dentro del cuarto oscuro, como las viñetas.
El archivo RAW es algo etéreo. Lo que obtenemos de él hoy, es diferente de lo que podremos conseguir mañana. Con el avance de la tecnología podríamos “potenciar las imágenes” sacándoles un mayor y mejor provecho, pues los algoritmos que permiten procesarlo evolucionan con el tiempo. Comparando los resultados entre versiones de software, podemos constatar las diferencias.
0 comentarios:
Publicar un comentario